viernes, 31 de mayo de 2013
martes, 7 de mayo de 2013
CONTROL DE EGOS
Llega Mayo,
llega el final de una larga temporada, para muchos con balance positivo y para
otros todo lo contrario, el que tenga la suerte de contar con un proyecto para
el año que viene, tiene que empezar a sondear el mercado, a revisar partidos,
ligas, plantillas, tiene que buscar los jugadores más adecuados para su nuevo
proyecto, los jugadores que le harán cumplir los objetivos impuesto. Muchos a
estas alturas aun no saben cual será su destino, si una división superior o una
inferior, aun así junto al director deportivo, es importante construir sobre
las bases de un equipo ganador, o reconstruir esos cimientos de un equipo que
no ha dado la talla. Cada entrenador buscará los jugadores que mejor se adapten
a su idea de juego, a su táctica, a sus requerimientos técnicos, pero, ¿qué
pasa con el factor psicológico?
En esta
época de informes, de ver partidos, de establecer contactos, nos olvidamos
muchas veces de incluir el factor psicológico, y no hablo solo de si un jugador
es más o menos competitivo, de si el jugador es más o menos indisciplinado o si
tiende al ostracismo voluntario. Hablo de la lucha de egos, de como un jugador
encajará con el resto, y con todos los agentes internos del club.
El control de los egos en este caso me resulta
imprescindible, es solo una opinión, pero creo que es fundamental ese control y
que en la mayoría de los casos no se tienen en cuenta para la confección de una
plantilla. Hay jugadores extremadamente buenos, jugadores que todos hemos
conocido, pero que su condicionamiento psicológico les impide llegar a explotar
todas sus virtudes. Este tipo de jugador suele atraer a la mayoría de
entrenadores, que ven como un reto el conseguir la implicación de este jugador
en el grupo o en las tareas. Pero como diría un entrenador al que tengo
bastante aprecio "el que mide 1,80 siempre medirá 1,80". Aun
así, sin estar del todo de acuerdo, pienso que ese cambio en el futbolista sí
que requiere de muchos conocimientos pero sobre todo de tiempo y de paciencia,
aparte de cómo puede influir este tiempo dedicado a un único jugador en
detrimento de otros. Pero el tema que traigo hoy no constituye esta lucha de
los entrenadores por la perfección de sus jugadores cuando nos encontramos un
caso así, si no, el control de toda una plantilla, cuando tenemos varios
jugadores de este tipo o con otros factores que colisionan entre ellos.
No es difícil adivinar la gran cantidad de problemas
que esto ha ocasionado a equipos de élite, equipos que cuentan con grandes
cuerpos técnicos, que si permiten ampliar el tiempo de control y que incluyen
especialistas en estos campos. Aun así, vemos a diario casos en los mejores
clubes del país, de jugadores que no compaginan, de egos en lucha, incluso de
la intrusión del entrenador también en esta batalla. La decisión parece fácil,
sin ponerme de lado de un modelo de entrenador, por ejemplo he de valorar el
carácter de Guardiola ante estas situaciones. De todos es conocido el poder que
ejercía su estrella en la toma de decisiones de fichajes, tanto de entradas
como de salidas, y aunque se le ha criticado, me parece acertado, aunque luego
debes controlar cuanto poder le das a este jugador, si dispongo en mi plantilla
del mejor jugador del planeta, lo lógico es intentar que el equilibrio se
mantenga. Y más aun si este jugador posee el gran apoyo de la mayoría del
equipo.
Dejando ejemplos a un lado, parece lógica la apuesta
por un tipo de jugador que no nos cree problemas, pero que a la vez sea
competitivo y trabajador, pero esto es tan difícil... Como dice una vieja
frase: “no consiste en saber en que dirección va el autobús, si no
asegurarse de que se ha subido la gente correcta”. Al final un jugador
competitivo, querrá más, en cada partido, en cada entrenamiento, y surgirán las
fricciones, fricciones que hay que atajar de la manera más fría posible para
evitar que la situación se vuelva insostenible.
El plan parece claro, al evaluar a mis posibles
fichajes he de valorar sus aspectos psicológicos, y esto se hace de la manera
más vieja conocida, preguntando. Preguntando al entrenador actual, a viejos
entrenadores y a ex compañeros. Obviamente tiene que ser una investigación
amplia, pues la objetividad no está a la orden del día y menos en este mundo.
Hay que tener claro que el futbolista es una persona especial, el futbolista
normalmente cree ser el mejor, o al menos ser capaz de llegar a serlo,
normalmente quiere el protagonismo, y es egoísta por naturaleza. Enfocar ese
egoísmo en bien del equipo ya quedará en nuestras manos. Una vez completado mi
informe con este apartado mental, valoraré como se adaptará este jugador a los
jugadores que poseo, a mis cualidades como entrenador, y a mis expectativas, no
conozco muchos estudios al respecto, y aunque fiarse de nuestro propio ojo, no
suele ser lo más adecuado, nuestra experiencia y conocimiento por esta será un
factor fundamental en nuestra decisión.
Me han traído los informes de un jugador con
excelentes capacidades, mi investigación me reporta que es un jugador de
difícil adaptación, que se viene abajo fácilmente, que recrimina al resto e
incapaz de analizarse a sí mismo con una nota negativa. Continuo ojeándole y
observo que este jugador daría un salto de calidad a mi plantilla, me gustaría
que fuera pieza clave de mi esquema, creo poder controlar esa adaptación y
poder ser lo suficiente motivante para él, a la vez que de controlar su afán
criticador. Definitivamente me creo capaz de lograr que este jugador se
convierta en lo que yo espero de él (Ego de entrenador). Antes de fichar a este
jugador, debo mirar al resto de mi plantilla, debo ver si le acogerán, si poseo
otro jugador que pueda competir en ego con él, pues más de un jugador así
resulta muy peligroso. Decido que puede ser el líder, que ningún otro jugador
le intentará arrebatar este puesto y que por supuesto en mis próximos fichajes
voy a intentar que los jugadores también encajen en este cuadro. ¡Ojo!, le
estoy dando a un jugador una confianza descomunal, el poder que tú le ofreces
es el tuyo, y cuanto más das, más te debilitas. Al final solo el tiempo nos
demostrará si acertamos con esta decisión, y aprenderemos una lección más, que
nunca es tarde para ello.
Por estas razones y con estos ejemplos bastante claros
espero que quede clara la importancia que hemos de darle a ese factor
psicológico, como digo, solo es una opinión que se ha ido reforzando con el
paso del tiempo, al igual que crear un vestuario que sea un polvorín, también
puede tener un efecto muy positivo en los resultados, sobre todo a corto plazo,
pero creo que a largo plazo se crearía una situación muy difícil de controlar.
Animo a los ojeadores y entrenadores a crear un apartado sobre las capacidades
psíquicas de los jugadores, y que se le dé la misma o más importancia que a las
facultades técnicas o tácticas, pues estas últimas las creo más mejorables,
sobretodo con los conocimientos que suelen tener los entrenadores. También a
directores deportivos a que se incluya ampliamente al entrenador en la
confección de la plantilla, pues es quien mejor conoce a los jugadores que
posee. Una mala decisión en este aspecto puede derivar en vestuarios divididos,
en continuas fricciones y desembocar en una campaña de pobre rendimiento, y no
solo por jugadores egoístas, también nos puede ocurrir con jugadores apáticos,
o simplemente creando un grupo que no congenie y no logremos alcanzar eso que
es tan difícil para el funcionamiento de un vestuario, que es la unión del
grupo. Por eso cuando hablemos de la dirección de grupos y la creación de
estos, le pondremos especial atención a este aspecto, para mí que ha pasado
inadvertido en la mayoría de equipos.
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