martes, 7 de mayo de 2013

CONTROL DE EGOS

Llega Mayo, llega el final de una larga temporada, para muchos con balance positivo y para otros todo lo contrario, el que tenga la suerte de contar con un proyecto para el año que viene, tiene que empezar a sondear el mercado, a revisar partidos, ligas, plantillas, tiene que buscar los jugadores más adecuados para su nuevo proyecto, los jugadores que le harán cumplir los objetivos impuesto. Muchos a estas alturas aun no saben cual será su destino, si una división superior o una inferior, aun así junto al director deportivo, es importante construir sobre las bases de un equipo ganador, o reconstruir esos cimientos de un equipo que no ha dado la talla. Cada entrenador buscará los jugadores que mejor se adapten a su idea de juego, a su táctica, a sus requerimientos técnicos, pero, ¿qué pasa con el factor psicológico?

En esta época de informes, de ver partidos, de establecer contactos, nos olvidamos muchas veces de incluir el factor psicológico, y no hablo solo de si un jugador es más o menos competitivo, de si el jugador es más o menos indisciplinado o si tiende al ostracismo voluntario. Hablo de la lucha de egos, de como un jugador encajará con el resto, y con todos los agentes internos del club.

El control de los egos en este caso me resulta imprescindible, es solo una opinión, pero creo que es fundamental ese control y que en la mayoría de los casos no se tienen en cuenta para la confección de una plantilla. Hay jugadores extremadamente buenos, jugadores que todos hemos conocido, pero que su condicionamiento psicológico les impide llegar a explotar todas sus virtudes. Este tipo de jugador suele atraer a la mayoría de entrenadores, que ven como un reto el conseguir la implicación de este jugador en el grupo o en las tareas. Pero como diría un entrenador al que tengo bastante aprecio "el que mide 1,80 siempre medirá 1,80". Aun así, sin estar del todo de acuerdo, pienso que ese cambio en el futbolista sí que requiere de muchos conocimientos pero sobre todo de tiempo y de paciencia, aparte de cómo puede influir este tiempo dedicado a un único jugador en detrimento de otros. Pero el tema que traigo hoy no constituye esta lucha de los entrenadores por la perfección de sus jugadores cuando nos encontramos un caso así, si no, el control de toda una plantilla, cuando tenemos varios jugadores de este tipo o con otros factores que colisionan entre ellos.

No es difícil adivinar la gran cantidad de problemas que esto ha ocasionado a equipos de élite, equipos que cuentan con grandes cuerpos técnicos, que si permiten ampliar el tiempo de control y que incluyen especialistas en estos campos. Aun así, vemos a diario casos en los mejores clubes del país, de jugadores que no compaginan, de egos en lucha, incluso de la intrusión del entrenador también en esta batalla. La decisión parece fácil, sin ponerme de lado de un modelo de entrenador, por ejemplo he de valorar el carácter de Guardiola ante estas situaciones. De todos es conocido el poder que ejercía su estrella en la toma de decisiones de fichajes, tanto de entradas como de salidas, y aunque se le ha criticado, me parece acertado, aunque luego debes controlar cuanto poder le das a este jugador, si dispongo en mi plantilla del mejor jugador del planeta, lo lógico es intentar que el equilibrio se mantenga. Y más aun si este jugador posee el gran apoyo de la mayoría del equipo.

Dejando ejemplos a un lado, parece lógica la apuesta por un tipo de jugador que no nos cree problemas, pero que a la vez sea competitivo y trabajador, pero esto es tan difícil... Como dice una vieja frase: “no consiste en saber en que dirección va el autobús, si no asegurarse de que se ha subido la gente correcta”. Al final un jugador competitivo, querrá más, en cada partido, en cada entrenamiento, y surgirán las fricciones, fricciones que hay que atajar de la manera más fría posible para evitar que la situación se vuelva insostenible.

El plan parece claro, al evaluar a mis posibles fichajes he de valorar sus aspectos psicológicos, y esto se hace de la manera más vieja conocida, preguntando. Preguntando al entrenador actual, a viejos entrenadores y a ex compañeros. Obviamente tiene que ser una investigación amplia, pues la objetividad no está a la orden del día y menos en este mundo. Hay que tener claro que el futbolista es una persona especial, el futbolista normalmente cree ser el mejor, o al menos ser capaz de llegar a serlo, normalmente quiere el protagonismo, y es egoísta por naturaleza. Enfocar ese egoísmo en bien del equipo ya quedará en nuestras manos. Una vez completado mi informe con este apartado mental, valoraré como se adaptará este jugador a los jugadores que poseo, a mis cualidades como entrenador, y a mis expectativas, no conozco muchos estudios al respecto, y aunque fiarse de nuestro propio ojo, no suele ser lo más adecuado, nuestra experiencia y conocimiento por esta será un factor fundamental en nuestra decisión.

Me han traído los informes de un jugador con excelentes capacidades, mi investigación me reporta que es un jugador de difícil adaptación, que se viene abajo fácilmente, que recrimina al resto e incapaz de analizarse a sí mismo con una nota negativa. Continuo ojeándole y observo que este jugador daría un salto de calidad a mi plantilla, me gustaría que fuera pieza clave de mi esquema, creo poder controlar esa adaptación y poder ser lo suficiente motivante para él, a la vez que de controlar su afán criticador. Definitivamente me creo capaz de lograr que este jugador se convierta en lo que yo espero de él (Ego de entrenador). Antes de fichar a este jugador, debo mirar al resto de mi plantilla, debo ver si le acogerán, si poseo otro jugador que pueda competir en ego con él, pues más de un jugador así resulta muy peligroso. Decido que puede ser el líder, que ningún otro jugador le intentará arrebatar este puesto y que por supuesto en mis próximos fichajes voy a intentar que los jugadores también encajen en este cuadro. ¡Ojo!, le estoy dando a un jugador una confianza descomunal, el poder que tú le ofreces es el tuyo, y cuanto más das, más te debilitas. Al final solo el tiempo nos demostrará si acertamos con esta decisión, y aprenderemos una lección más, que nunca es tarde para ello.

Por estas razones y con estos ejemplos bastante claros espero que quede clara la importancia que hemos de darle a ese factor psicológico, como digo, solo es una opinión que se ha ido reforzando con el paso del tiempo, al igual que crear un vestuario que sea un polvorín, también puede tener un efecto muy positivo en los resultados, sobre todo a corto plazo, pero creo que a largo plazo se crearía una situación muy difícil de controlar. Animo a los ojeadores y entrenadores a crear un apartado sobre las capacidades psíquicas de los jugadores, y que se le dé la misma o más importancia que a las facultades técnicas o tácticas, pues estas últimas las creo más mejorables, sobretodo con los conocimientos que suelen tener los entrenadores. También a directores deportivos a que se incluya ampliamente al entrenador en la confección de la plantilla, pues es quien mejor conoce a los jugadores que posee. Una mala decisión en este aspecto puede derivar en vestuarios divididos, en continuas fricciones y desembocar en una campaña de pobre rendimiento, y no solo por jugadores egoístas, también nos puede ocurrir con jugadores apáticos, o simplemente creando un grupo que no congenie y no logremos alcanzar eso que es tan difícil para el funcionamiento de un vestuario, que es la unión del grupo. Por eso cuando hablemos de la dirección de grupos y la creación de estos, le pondremos especial atención a este aspecto, para mí que ha pasado inadvertido en la mayoría de equipos.