La virtud de ser feo...llevaba un tiempo intentando escribir sobre este tema pero no sé si no me llegaba la inspiración o no me llegaban las palabras.
Supongo que mucha gente no encontrará una virtud en ser feo pero la hay.
Y en el mundo de deporte la hay todavía más.
Ayer al finalizar el partido de mi equipo escuché un comentario del equipo rival: "es el equipo más sucio que he visto nunca".
En este caso sinónimo de feo y en este caso, como cualquier otro sinónimo de que estás haciendo las cosas muy bien. Siempre y cuando ese sea tu objetivo, obviamente.
Querría hacer una especial mención a dos entrenadores, con uno tuve la suerte de compartir varios años, aunque en lo personal algunos no fueran lo más satisfactorios posibles, sí qué tiempo después me han servido para bastantes cosas.
Con otro, aunque estuve cerca, nunca tuve la posibilidad de trabajar, aunque me hubiera gustado y así se lo hice saber en alguna conversación que tuvimos.
La virtud de ser feo.
Decía mi entrenador Julián Calero que estaba harto. Cuando llegué al Alcorcón B en tercera división, un equipo a 14 puntos de la salvación, al final se logró el objetivo, pero eso es otra historia.
Julián nos decía que estaba harto de las felicitaciones de los entrenadores.
No quería que le felicitaran los equipos, lo que quería era no perder.
Quería dejar de escuchar lo buen equipo que éramos, lo bien que jugábamos. Eso sí, con los 3 puntos en la saca.
La virtud de ser feo, yo quiero que cuando lo analicen después, digan—¡Joder, qué buen equipo!
Pero también quiero que después del partido no me quieran saludar.
La otra mención es para Lolo Escobar y en especial a un equipo que dirigió durante varios años llamado Adarve, un equipo de barrio que consiguió dar el salto a Segunda B, aunque ya no fuera bajo sus órdenes, pero que le imprimió ese carácter que necesitaba.
Una vez te sientas como yo en el banquillo, te das cuenta de todo el trabajo que tiene detrás, pero el análisis simple por aquella época era: "no juegan a nada", "juega con 9 centrales", pero lo que más se comentaba era: ¡qué asco de equipo! ¡qué asco me da jugar contra este equipo!
¡PREMIO!
Eso es una virtud, eso es la virtud de ser feo.
Es la virtud de que cuando tu rival termina su partido, y al siguiente domingo se tiene que enfrentar a ti, ese domingo, incluso en el mismo vestuario donde quizás hay sonrisas y felicitaciones por una victoria, alguien rompe ese bienestar para decir: ¡Joder, el próximo contra el Adarve!
La virtud es que durante esa semana, en el simple trayecto en coche al entrenamiento, esos jugadores ya están pensado que no les apetece jugar, que no les gusta el rival, que no les gusta el campo, que no les gusta el ambiente.
Incluso yo que me considero que he sido siempre un jugador de pelea y lucha, que me gustaban ese tipo de partidos, incluso a mí, esa semana me costaba un poco más entrenar. Porque llegas al vestuario y si no tenías tu ese sentimiento, dos o tres jugadores lo tenían y normalmente, en tercera división, los jugadores de más calidad, los jugadores que más peso suelen tener, los jugadores que más se respetan, los que al final van a determinar el carácter de ese equipo. Ya han empezado la semana perdiendo.
Hace un año dejé fútbol o dejé al menos de poder participar activamente dentro del rectángulo.
Caí accidentalmente en el Villalbilla.
Siempre le dije a mis jugadores: "quiero ser un equipo feo".
Y a mí me decía: "quiero que piensen de mí lo que pensaban de los equipos de Lolo".
"Quiero que piensen de mí lo que Julián Calero quería que pensaran.
"Quiero ser feo".
"Quiero que no quieras jugar contra mi".
Quien me haya conocido como jugador y que lea estas palabras puede pensar que trabajo un fútbol competitivo y es cierto.
Que trabajo en el repliegue o en tareas más defensivas y eso no sería del todo cierto.
El que me conoce de verdad sabe que soy casi tan guardiolista como mourinhista, a partes iguales, pero si hubiera que elegir elegiría antes a Guardiola.
El problema es el que confunde y piensa que el mejor fútbol que se ha hecho y que yo he visto, que es el de Guardiola, no era un equipo sucio y al que no te gustaba enfrentarte.
Por eso Mourinho tuvo que instaurar algo que el Madrid había perdido, que era esa competitividad, era el ser feo. Me gusta ser feo qué queréis que le haga. Me gustan las trampas en el fútbol, soy de los que piensa que esto es un juego, y en el campo no todo, pero casi todo vale. Dentro de la legalidad del juego, vale. Dentro de los límites del juego, vale.
Una de las cosas que más trabajo con mis equipos es la salida de balón, salida en corto, salida desde atrás, futbol combinativo, de posición.
Cuando estemos juntos tengamos el balón y cuando te tengamos dónde queremos tenerte, quizás me vas a robar el balón, y te voy apretar, a morder y ya no lo vas a tener, y voy a ser muy feo, porque balón solo hay uno y ese le quiero yo. Porque los feos solemos ser egoístas.
Pero es que cuando tú tengas el balón, tenemos trabajadas todas las formas posibles de defender tu juego y vamos a ser muy feos y no te va a gustar.
Porque los feos no solemos gustar a al gente, así que lo siento pero no te voy a gustar, porque yo elegí ser feo y que te digan que eres el equipo más feo que han visto, es lo más bonito que te pueden decir.